La simbiosis del tiempo. Introducción de un ensayo en proceso.



Génesis del tiempo.
Tiempo y Calendario.

La cuestión del tiempo es profunda. Pero si lo analizas, rápidamente te puedes dar cuenta de que ha sido constantemente pasado por alto e históricamente ignorado, por lo que se vuelve entonces urgente echarle un vistazo a nuestra forma de relacionarnos con el concepto de tiempo. Estamos actualmente cuestionando todo: la política, la economía, el capitalismo, el consumismo, el sistema financiero global, la guerra incesante, el origen del terrorismo, las causas del calentamiento global, el colapso ambiental, la marginación social desmedida, la delincuencia descontrolada y la lista sigue. En buena hora. Pero nuestros conceptos acerca del tiempo y la forma concreta de contabilizarlo, el calendario gregoriano, permanecen indemnes e incuestionables. ¿A qué se debe esta curiosa conducta?

¿Por qué es de tan poco interés esta dimensión, cuándo nuestra vida moderna ha entrado en una aceleración tal que, nos hace sentir que algo que tenemos por derecho natural es cada vez más escaso? ¿Por qué hacemos un estándar mundial a una forma errónea impuesta por el Vaticano, un estado religioso que representa sólo a la tercera parte de la humanidad? ¿Por qué ignoramos los efectos de un calendario defectuoso sobre la vida psíquica y social? ¿Por qué a pesar de su virtual presencia en todos los ámbitos de la vida humana, es relegado a un olvido inexplicable? Y ¿Cómo se supone que un calendario en desorden con respecto a los ciclos naturales puede traer armonía en nuestras vidas y en los acuerdos sociales?

Pero después de todas estas preguntas, ¿qué es el tiempo? Difícil pregunta, o más bien, difícil tener una sola respuesta. Agustín de Hipona, dijo que cuando no se lo preguntaban creía saber qué era, pero cuando se lo preguntaban balbuceaba, y ya no sabía qué contestar. Y creo que a todos nos pasa un poco lo mismo. Pero la definición clásica de la ciencia materialista, física, dice que Tiempo es lo que se gasta de ir de un punto a otro en el espacio. Por ejemplo, el Tiempo es lo que tarda la luz de la estrella “X”, Sirio, en llegar a la retina de un hombre ubicado en otro punto, “Y”, la Tierra. El tiempo es visto como duración. Es una definición que suena bastante tosca, pero además queda incompleta si pensamos en lo siguiente.


Cuando uno se sienta y entra en el ambiente del pensamiento es evidente que siente el paso del tiempo y, sin embargo, no se ha movido en el espacio físico. O sea que el tiempo no está inexorablemente ligado al movimiento. Un ciego, a pesar de su limitación, percibe el paso del tiempo sin haber visto nunca el movimiento de las agujas del reloj. El tiempo entonces, no sólo se refiere al movimiento de los cuerpos en el espacio, sino que es un fenómeno natural perceptible por la conciencia. De hecho parece tener una cualidad elástica directamente proporcional a los estados de ánimo. Nos hemos dado cuenta de que cuando somos felices y la preocupación no existe en nuestra mente, el tiempo se comprime y dos horas parecen dos minutos, mientras que cuando estamos tristes, aburridos o preocupados, dos minutos pueden pasar tan lento como dos horas. Esto es porque el tiempo es de la mente; es una percepción mental.

Pero también podríamos decir que el tiempo es lo que tarda desde que se siembra una semilla hasta que se recoge su fruto. En este sentido el Tiempo es Vida, una fuerza biológica. De hecho, para que la evolución adelantara desde los estados más densos de la materia, los minerales, pasara por el reino vegetal, el reino animal y resultara en el sofisticado cuerpo psicofísico humano impregnando de conciencia el espacio y modificando el mundo natural, se necesitó tiempo. En este sentido el Tiempo es Inteligencia. Todo desarrollo, toda evolución se realiza en el ámbito del tiempo y del espacio. En el tiempo nacen, se desarrollan y transforman las galaxias, los soles, los planetas, los hombres y las cucarachas se vuelven inmunes al último veneno que compraste. En el tiempo desarrollas tu vida, sea cual sea el espacio.

¿Pero cómo aprendió el hombre sobre el tiempo? Como todo aprendizaje, la forma de percibir el tiempo ha evolucionado desde comprensiones muy elementales hacia otras de mayor complejidad que implican una larga observación y profunda conciencia. Esto naturalmente, tomó muchísimo tiempo.


Muy al principio de la historia, sabemos que el hombre primitivo era nómade, víctima de la ignorancia respecto de los ciclos de la naturaleza, vagaba de un lugar a otro sin poderse establecer definitivamente en un sector. En esos momentos sólo distingue la evidente alternación del día y la noche, pero aún no lleva una cuenta de días, por lo tanto desconoce la dinámica de ciclos mayores, la secuencia de los movimientos del sol que describen un año, la luna, las estaciones y su relación con los ciclos biológicos. Y mucho menos advierte las influencias psíquicas que estos movimientos envuelven. El sol regula con su presencia el estado de vigilia y el del sueño, los dos estados básicos de la conciencia. Aquí el hombre es un ser primitivo con un conocimiento del tiempo instintivo que ignora todavía el ciclo de las cosechas. Una vez que agota las frutas que ha encontrado a su paso, sigue camino en busca de otro valle fértil, otro bosque, que con suerte tenga la maduración mínima necesaria para alimentar a la tribu. No sabe que allí mismo los árboles se cargarán de fruta siete u ocho lunas después, todavía ignora los ciclos de fertilidad de cada especie vegetal que encuentra, y la influencia lunar en los ciclos de cada cosecha.

Suponemos que a lo largo de los años, con la memoria colectiva de una tribu, la capacidad de observación de los hombres más sensibles comienzan a descubrir patrones que se repiten, toman nota de eso haciendo marcas rudimentarias en una piedra, un hueso. A través de un proceso lleno de equivocaciones e incertidumbre, un día el líder descubre que llega a aquel bosquecillo quizás 20 días después que el año anterior y encuentra mayor abundancia de frutas y un mejor estado de maduración. Este hecho no es olvidado, y comienza a tenerse en cuenta.


Ese hombre jefe, chamán incipiente, intentando llevar a su tribu a un estadio superior de evolución social, registra todo y espera. Quizá, en un hueso especial, ya no marca simplemente los días sino que crea conjuntos, descubre períodos. Cuenta de nuevo 182 días y, en el amanecer del último día, invita a sus compañeros de ruta a retornar a aquel bosquecillo donde asegura, encontrarán abundante fruta. Y así sucede. Poco a poco, año tras año, el hombre descubre las regularidades con que las plantas brindan alimento a través de su camino de nómadas. Con el tiempo logran establecer un orden en el recorrido, un círculo perfecto de peregrinaje. El orden está en función de la maduración y cantidad de alimentos. Tienen éxito porque esta observación posee una lógica que obedece a ciclos naturales. Este recorrido ahora metódico les brinda algo más de certeza, aumenta la alimentación, la calidad de vida social mejora y con ello la calidad de su vida psíquica.

En ese estadio de evolución el hombre todavía no está provisto del conocimiento positivo del engranaje de las cosechas. Todavía no es un sembrador, aun no disfruta del poder de la semilla, sigue siendo nómada pero ya no vaga sin rumbo. En este momento es un nómada moderado, inteligente, ya no cambia de lugar al azar, ha regulado en algún grado su movimiento y con esto el gasto de energía.

Algún día el sabio de la tribu, movido por la curiosidad insaciable se sorprende mirando la luna y toma nota de su observación. Lo primero que llama su atención es que la luna, al contrario del sol, no siempre está entera y algunas veces es tan poco visible que hasta desaparece temporalmente para luego volver a estar presente. En cambio, el astro Rey, el sol, observa, siempre está presente, no importa si está nublado o no, siempre está, todos los días amanece y todos los días anochece.

A medida que va adelantando en el desciframiento del misterio lunar, se percata de que la luna rige algunos ciclos algunos procesos biológicos en los que él y hasta la tribu están involucrados. Posiblemente el ritmo de fertilidad de las mujeres de la comunidad en concordancia con el ritmo lunar fue una de las primeras correlaciones que se notaron. Seguramente el ciclo de la gestación y nacimiento le reveló este lazo. Con el tiempo y la observación, lo que parecía caótico comenzó a mostrar su regularidad, un orden secuencial.


La regularidad de los movimientos de los astros mayores, el Sol y la Luna, le reveló al hombre un orden subyacente en la naturaleza. La relación causal de los movimientos del sol y de la luna con el fenómeno concreto de las estaciones y las cosechas, mareas, así como con el proceso de gestación, representa el entendimiento humano de la cualidad cíclica del tiempo. Esta comprensión del tiempo se basa en el movimiento de los astros y su incidencia en la realidad concreta donde los hombres intentan sobrevivir.

Hace unos 13.000 años, con miles de años en observación, el hombre obtuvo el poder de la semilla y dio un paso gigante en la evolución psico-social: se estableció en un lugar fijo y se convirtió en un sembrador, y con eso, se dan surgimiento a las primeras aldeas y pueblos. Para tan radical transformación, de nómada a sedentario, tuvo que haber conocido, por un lado, el ciclo de las estaciones, prescrito por el sol, y por otro, el ciclo de la semilla, prescrito por la luna.

La combinación armónica de los movimientos del sol y de la luna entonces provee al hombre de la cuenta de los días, los meses (las lunas), los años y de ciclos aún mayores, que medidos, son la base de acuerdo y planificación de cualquier civilización. Es indiscutible que el descubrimiento de la frecuencia natural de tiempo, basada en el seguimiento de los ciclos lunares, transformó el ámbito humano de una manera sin precedentes en la historia evolutiva de la humanidad. De un nómade completo para poblar la tierra, luego haciéndolo un nómade inteligente, a un ser sedentario sembrador gracias al conocimiento de los ciclos de la naturaleza. La vida estable en un mismo sector proporcionó otros tiempos en la vida de una comunidad y en la utilización del tiempo de cada integrante. Hubo más tiempo y tranquilidad para la observación, el desarrollo personal, la creatividad y eso trajo desde la evolución en las viviendas, las aldeas, inclusive el surgimiento de oficios y artes hasta el momento no desarrollados por el estilo de vida nómade. Las primeras castas del ejército y sacerdotales datan de este momento.


La caracterización de los pueblos prehistóricos con utilización de Cuentas Lunares da como resultante una serie de características comunes: Indistinción de la dicotomía hombre-naturaleza; veneración del orden natural, relativa estabilidad demográfica, regulación natural de la producción y posiblemente una buena estabilidad de la salud mental.

A medida que el conocimiento de las frecuencias naturales de tiempo se fueron desarrollando, y conforme en el tiempo nos acercábamos al génesis del Ciclo Histórico, establecido hace unos 5.200 años, un sector de la humanidad había llegado ya a un tipo ideal de calendario natural: Un año compuesto por 13 lunas de 28 días cada una (13x28=364 días) más un día de enlace. Perfecta sincronización, de alto significado armónico y matemático del ciclo anual solar-lunar. Este calendario fue utilizado por los Incas del Perú, Mapuches, las tribus australianas, los Druidas en Europa y por supuesto por los Olmecas y Mayas. Aunque no todos los pueblos de la tierra llegaron a está magnífica síntesis cronológica, todos sin excepción, tomaron los ciclos de la luna, más o menos ajustados, como referencia cíclica.


Nace la Confusión. Nace el Olvido.

En el amanecer de la civilización histórica, alrededor del 3113 a.C., se elaboró una forma calendárica que fue desplazando progresivamente a la frecuencia natural de tiempo. Trasladando la geometría del espacio al tiempo, los sacerdotes tomaron un círculo plano de 360 grados y lo dividieron en 12 partes de 30 grados cada una, como describe el Doctor José Argüelles en El llamado de Pacal Votán:





El calendario Gregoriano está basado en un modelo original Babilónico que sustituyó la medida del espacio por la medida del tiempo. El tiempo no es espacio. El tiempo es de la mente. Un círculo en un plano dividido en 12 partes de 30º es usado como un calendario anual. Un círculo plano tiene 360 grados (30 x 12). Pero una órbita anual de la tierra alrededor del sol es de 365.6 días. La medida de tiempo de acuerdo con el estándar de un círculo plano es irregular, arbitraria e irracional.




Hace alrededor de 5.125 años explica el Doctor Argüelles, los sacerdotes de las primeras ciudades de la humanidad, idearon el primer calendario artificial, de 12 meses, y aplicando la misma abstracción matemática de un círculo, nos legaron los 60 minutos de la hora dando origen a la frecuencia 12:60, sepultando de esta forma la Frecuencia Natural de tiempo de las 13 lunas de 28 días + 1. La frecuencia 13:28, que es el fruto de la evolución perceptiva humana de varios miles de años. Desde una posición de poder, una clase sacerdotal masculina impuso un calendario artificial que, con solamente dos reformas posteriores, la juliana y la gregoriana, iba a regir el destino humano a lo largo del Ciclo Histórico de 5.125 años, que está a punto de terminar, el 21 de diciembre de 2012.



Con la utilización de una Frecuencia Artificial de tiempo, los hombres crearon convencionalmente la dicotomía hombre-naturaleza hasta llevarla a las catastróficas consecuencias culturales y ambientales de nuestros días. Una existencia mecánica y lineal que no reconoce límites. A esta altura podemos decir que la disociación que hace el hombre moderno de su propia naturaleza es una función de la frecuencia artificial.

El hombre percibe una naturaleza errónea del tiempo, que propiamente, es la fuerza natural que coordina la vida y sus procesos en una evolución donde cada cambio de etapa ocurre en un orden preciso y armónico con su entorno. Nada en la naturaleza ocurre por casualidad y ni antes ni después de lo necesario. Cada elemento de la naturaleza es creado para satisfacer una necesidad de orden cósmico. Los átomos de hidrógeno no aparecieron sino hasta que fueron necesarios para el progreso del universo.

Pero por su cultura, el hombre es el único ser del planeta fuera del orden natural al que pertenece. La buena noticia es que ese tiempo natural está desde siempre en nuestro cuerpo. La frecuencia natural informa sobre su proporción 13:28 al ciclo de fertilidad femenino. La mujer experimenta la influencia lunar en su fluido cada 28 días, 13 veces (lunas) al año. El cuerpo humano está modelado por el tiempo.



“Tan torcida como esté la percepción del tiempo está la mente.” José Argüelles Phd.


Mientras esta cultura moderna de consumo te desinforma acerca del tiempo, tu naturaleza te informa continuamente acerca del tiempo, sólo que el apuro al que te somete esta vida agitada te disocia de tu propio bio-ritmo. Es importante entender que estamos lidiando con un elemento cultural que tiene incidencias en la salud ya que contradice la percepción del tiempo interno e inconciente y esa divergencia produce alienación. El ambiente humano es un ambiente alienado de su entorno natural, vive a espaldas pero a expensas de él. El pavimento de la ciudad es una capa aislante por donde se deslizan máquinas, nuestros principales objetos de adoración. La aberración que hacemos del espacio donde vivimos, viene de la aberración que hacemos del tiempo.




El factor Maya.
La alienación que proporciona un calendario divergente viene con el gran peligro de no saber dónde estamos parados en el tiempo. Con esta civilización, sabemos donde estamos parados en el espacio, nuestro desarrollo matemático y nuestro conocimiento astronómico nos da una posición relativamente exacta de donde estamos “físicamente”. Pero es posible que, por nuestra ignorancia histórica respecto del tiempo, no tengamos idea de dónde estamos parados en el tiempo. Pero todo este espacio fue generado a través del tiempo. Por eso tenemos tantas dificultades para entender lo que nos está sucediendo, no comprendemos aun cabalmente el momento.

En el libro El Factor Maya, el doctor José Argüelles Ph.d., concluye que el Gran Ciclo contado por los Maya corresponde perfectamente con el génesis y desarrollo del Ciclo Histórico tal como lo conocemos. De tan vital importancia ha sido el seguimiento de este ciclo por parte de los Maya y de sus herederos, que ha logrado sobreponerse al embate de la conquista, la matanza, la quema de libros y destrucción de monumentos, el saqueo y casi hasta el olvido.



De acuerdo con una de las cuentas calendáricas de los antiguos Maya, la humanidad entró en un ciclo de 5.200 tun (5.125 años solares) a partir del año 3113 a.C. de nuestra cronología. Esto quiere decir que el fin de este Gran Ciclo es en el año 2012 d.C. Los Maya, maestros del tiempo, lo fijan en un día exacto: 21 de diciembre de 2012, día del solsticio de invierno/verano. A este ciclo se le llama Gran Ciclo y corresponde a la quinta parte de un ciclo de 26.000 años denominado Año Pleyadiano, o Año Platónico en la antigua Grecia. 26.000 años es lo que le toma a nuestro sistema solar orbitar alrededor de Alcione, el sol central de la constelación de las Pléyades, sistema estelar que habitamos. Este ciclo mayor es coincidente con el ciclo mítico de los Cinco Soles, tradición mantenida por los Hopi de América del norte y los Aztecas, ubicados en México, en Honduras y Guatemala y cuyo tiempo del Quinto Sol corresponde al Gran Ciclo de 5.200 tun, medida maya. Este Gran Ciclo se subdivide armónicamente en periodos de 400 años tun (de 360 días), 144.000 días cada uno. A este ciclo también se le llama Ciclo de los 13 Baktunes o Cuenta Larga.


El génesis de la historia ha sido caracterizado bajo las siguientes particularidades:
• Invención de la escritura.
• Surgimiento espontáneo de ciudades en la Mesopotamia asiática, sedentarismo (en Uruk).
• Invención de la Guerra a caballo y con carro (sumerios).
• Desviación del Agua caracterizada por la invención de riegos artificiales (Babilonia).

En estas características, que son las manejadas comúnmente, no se hace referencia de la reforma del tiempo originada entonces, a pesar de que el génesis de la civilización histórica representa un viraje sin precedentes en la relación hombre-tiempo-naturaleza. Acabamos de ver que la evolución del hombre está íntimamente ligada al conocimiento de los ciclos naturales y su influencia en el proceso de la cultura; la astronomía es de hecho, la primera ciencia de la humanidad.


Nuestra historia coincide con el génesis de una civilización artificial gracias a la adopción de un tiempo artificial representado por el calendario de doce meses, que ha degenerado como función de la frecuencia, en la actual civilización global industrial y urbana poniendo en peligro de extinción los recursos naturales, el soporte de su propia vida. De verdad la llamada lucha o dominio de la Naturaleza, es una percepción particular que le corresponde al hombre del Ciclo Histórico que está a punto de concluir.

Si miras cuidadosamente, verás que el proceso del Ciclo Histórico de 5.125 años ha sido la expansión por el mundo, a medida que el ciclo transcurría, de la frecuencia artificial de tiempo 12:60.
La aparición de Descartes y su discurso del Método, marcando el comienzo del 13º Baktun (últimos 400 años) no hizo más que acelerar el proceso de degradación y alienación en la materialidad.


El fin de este ciclo representaría el rompimiento, o mejor sería decir, el agotamiento de esta frecuencia particular de tiempo y todo su sistema de valores, enmarcado dentro de la historia de los últimos 5.125 años. Cuando los analistas políticos, económicos y de otras particiones de la realidad, hablan del agotamiento del paradigma actual, en realidad están hablando del agotamiento de una forma específica de pensar. Una psiquis sostenida por una frecuencia de tiempo inconciente que contiene como idea madre una relación artificial con el tiempo y el espacio que ha puesto en peligro el mantenimiento de la vida. Bajo esta forma de pensar y de relacionarnos entre nosotros y con el resto de la biosfera ya no podremos avanzar más. El desarrollo de la civilización global dentro de un marco exclusivo de tiempo lineal representa entonces una simple etapa de experiencia de la humanidad, que está siendo superada, de acuerdo con la cuenta del Gran Ciclo Maya, el 21 de diciembre de 2012 de la era cristiana. La adopción de un nuevo sistema de valores, un nuevo paradigma, que posibilite la restauración del ambiente humano y de la biosfera está adosada esencialmente al rescate de una antigua relación con el tiempo que fue cambiada por otra errónea. El tiempo es de la mente, y de la mente viene todo lo que hemos creado. La mente que nos metió en problemas, no será la mente que nos aleje de ellos.

5 comentarios:

  1. Gabriel: Gracias por esta entrada tan completa sobre Calendario Maya que nos muestra otra manera de vivir el tiempo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. gloria , muchas gracias por tomarte el tiempo de leer.

    ResponderEliminar
  3. Esta conexion entre vida y tiempo es la faceta humana que lleva hasta sus ultimas consequencias las observaciones de Arguelles,Jenkins,Nasa etc.

    Me parece un trabajo importante, y justo a tiempo!

    Enorabuena y gracias Gabriel!

    ResponderEliminar
  4. Dan! las consecuencias son tan interminables como el numero pi. todo es parte de la misma trama. Lo bueno es que nos estamos dando cuenta.

    ResponderEliminar
  5. NO HAY OTRA IDEOLOGÍA QUE EL "INEXORABLE"PASAJE DEL TIEMPO.VIRGILIO Y HORACIO AUN PRESENTES:CARPE DIEM-OMNIA VINCIT AMOR-PROBO VIVERE-AUREA MEDIOCRITAS

    ResponderEliminar