Capítulo 1 de Simbiosis del tiempo. Siguiendo la flecha del tiempo.


Proceso de Romanización de Europa.


En 1410 Pedro de Ailly, un geógrafo y teólogo francés, escribió un tratado cosmográfico, el Imago Mundi (imagen del mundo) en el que consideraba que existía una simetría en la configuración de los continentes. La teoría del Imago Mundi planteaba que existían cuatro continentes, dos en el Norte y dos en el Sur, o bien, vistos desde otra perspectiva, dos en el Este y dos en el Oeste. Esto daba como resultado, uno al norte que era Europa, y otro al sur que era África, ambos en el lado Este del globo; del lado Oeste, se encontraba otro continente al Norte que era Asia, y la otra extensión de tierra debía encontrarse al Sur, sin embargo era un continente desconocido.
La obra sirvió de motivación a Cristóbal Colón para salir y comprobar su teoría de la redondez del mundo. Empoderado con esa imagen intuitiva, el 12 de octubre de 1492, Colón llega a América, más bien a Abya Yala para los pueblos aborígenes andinos, el día de la Tierra Resonante Roja (7) año de la Tormenta Resonante bajo la cuenta de tiempo maya calibrada por el doctor Arguelles.
Como un buen año Tormenta, catalizador de cambios, el destino de América se transformaba para siempre y es que no era un año cualquiera. En el mismo año 1492/Tormenta Resonante, se produce la expulsión final de moros y judíos de España. Después de 700 años de permanencia en la península estos sectores humanos son “invitados a retirarse” en nombre del Cristo a través de un largo y penoso proceso conocido como la Reconquista, instrumentado por los reinos dominados por la iglesia católica y con el apoyo político de los reyes católicos de España. El proceso histórico se estima que duró 700 años, (tanto como la permanencia). También en esos años comienza la santa inquisición que abarcaba desde la conversión obligatoria a la fe católica, el desarraigo de la identidad a través del cambio de apellido, el convencimiento de esta idea a través de sesiones de tortura, la quema en hogueras y para quienes sufrían de hipersensibilidad al fuego, lo mejor era partir hacia tierras lejanas o mejor, completamente inhóspitas.
Pero no era la primera vez que en la península ibérica se producían persecuciones de diferentes sectores de la población utilizando la diferencia de la fe religiosa, o cualquier otra diferencia entre las comunidades. Un registro anterior de esto se puede encontrar con la llegada del Imperio Romano a la Tierra de los Conejos. Es que, los romanos, se sorprendieron mucho cuando llegaron, de la cantidad de conejos que se podían ver en toda la región de la península Ibérica y la bautizaron como la Tierra de los Conejos. Al parecer, la palabra Hispania en latín tiene algo que ver con conejo. Claro que además de conejos, los romanos se encontraron con otros seres humanos. Entre otros pueblos aborígenes, en Iberia se encontraban los Celtas que, en todas sus vertientes, vivían organizados en comunidades con tradiciones y conocimientos de características tribales con diferentes grados de complejidad en su organización social. La médula religiosa y filosófica de este conjunto de pueblos estaba conformada por el pueblo Druida que influía con su refinado pensamiento a todas las tribus celtas transversalmente. Este influjo de corte religioso, filosófico y científico se esparcía desde las islas de la Bretaña, por toda la península ibérica hasta más allá de la Galia, la actual Francia, llegando a hasta las mismas narices de Roma. Pero Además de celtas, en Europa co-existían un conjunto diverso de pueblos originarios, como los Godos, Visigodos, los Germanos por nombrar apenas estos, entre muchos otros. Y como todos los demás pueblos originarios de Europa, los Celtas sufrieron el avance del imperio y la consiguiente penetración cultural. El modelo romano era simple pero contundente. Primero se invadía a un pequeño pueblo o una aldea tribal, se negociaba el apoyo con la casta superior y de pronto se le daba status de provincia. Muy pronto se construían caminos, puentes y la infraestructura necesaria. Si la población ya contaba con su propia infraestructura de caminos entonces se repavimentaba a la manera romana, lo que justificaba desde ese momento el pago de impuestos. Así la provincia rendía tributo, una “calenda”, a su casa matriz Roma. Creo que por primera vez, el mito del progreso comienza a instalarse como el principal pretexto de invasión y conquista de un imperio.
La idea de la seguridad interior y de guerra preventiva ya existía en esa época, de hecho, era lo que motivaba a los romanos a ir cada vez más lejos entablando enfrentamientos militares y así extender el perímetro de influencia directa de Roma. Lo que se sabe hoy es que Roma no tenía mucho oro en su propio territorio. Conocían el proceso de acuñación de moneda, pero acuñaban en plata y bronce. La fiebre por conseguir oro era lo que realmente impulsaba a Roma a la conquista de sus vecinos “bárbaros” pero ricos en el metal precioso.
Siempre se afirmó que la abundancia de oro y plata de los Celtas de la Galia era producto de la venta de esclavos en Europa Oriental. Pero el avance de la arqueología en Europa mostró que esa vasta cantidad de oro venía de sus propias minas de extracción. De hecho se han encontrado varios cientos de emprendimientos mineros celtas. La arqueóloga Béatrice Cauuet ha realizado muchas excavaciones en ellos y estima que sacaron unas 70 toneladas de oro durante muchos siglos. En la región de la Dordoña se encontraron minas de 30 metros de profundidad con galerías apuntaladas con tornillos de Arquímedes, que sirven para evitar inundaciones. El prejuicio histórico de una Roma avanzada tecnológicamente civilizando pueblos bárbaros incultos impidió ver durante mucho tiempo el origen verdadero de estas construcciones. La realidad es que es mucho más tranquilizador pensar que Roma significó el avance civilizacional de un continente, un factor cultural de evolución, pero el tiempo se encarga de mostrar que hay mucho de qué lamentarse por lo menos, en cuanto a la pérdida de la diversidad étnica y cultural de la Europa de la Edad de Hierro, la edad Pre-Románica.
Habitualmente pensamos que la elaboración de un código de leyes puede ser uno de los máximos índices de orden social y de evolución de una comunidad o una civilización. En esta concepción el legado del Derecho Romano es un valuarte clásico, una de las bases históricas de la civilización de Occidente. Pero gracias a los monjes irlandeses, podemos bajarle unos cuantos grados al nivel de barbarie de los Celtas. Al revisar el Corpus Jurídico celta se puede ver un refinamiento asombroso, que hasta podría ser catalogado como un código de lo más progresista en términos modernos, pero apenas si se sabe de su existencia.
Por ejemplo, para Roma la violación no era un delito contra la mujer, sino un ultraje al varón que la tutelaba, o sea, un daño a la propiedad privada. Pero en el mundo celta una mujer violada tenía derecho a la compensación e incluso, a la venganza. Es que las leyes del Brehon era un sistema autosuficiente sin estructuras de tribunales, sin poder de policía, que se basaba en el conocimiento de la ley por toda la comunidad, algo similar al tratamiento de los códigos legales de los pueblos originarios de América. El conjunto del código se basaba más en la defensa de las personas que en la propiedad. Expresaba que los contratos eran sagrados, e imponía deberes de hospitalidad y protección para los extranjeros. Las mujeres tenían exactamente los mismos derechos que los hombres en materia de propiedad y de hecho podían divorciarse.
Es importante que sepas que el Derecho Romano fue olvidado en la Europa medieval hasta que se descubre en Italia en el 1070 d.C. una copia del siglo VI del código jurídico del emperador Justiniano. Las universidades de Derecho florecieron a partir de ese documento, la primera fue la de Bolonia fundada en 1088 d.C. El Derecho celta de Irlanda es conocido a través de unos textos denominados como las leyes Brehon. Esta denominación deriva de Brithemuin (jueces) que reemplazaron al linaje druida tras la llegada del cristianismo a Irlanda.


Escribe Terry Jones (Monty Phyton) en su libro Roma y los Bárbaros:
La principal diferencia entre el Derecho Romano y el Celta es que atienden las necesidades de dos sociedades bien distintas. Al Derecho Romano le preocupa la autoridad del Paterfamiglia (la cabeza de la familia, la única que es tenida en cuenta jurídicamente), junto con su derecho de propiedad y la regulación de su negocio. Las leyes del Brehon, se ocupan en las responsabilidades que tienen los miembros de un clan en relación con su tierra, tierras que no pertenecían a una sola persona sino que eran del grupo. Además observaban las leyes jerárquicas que vinculan a todo el resto de la comunidad.


Me resulta muy curiosa esta diferencia de códigos y la correlación con sus calendarios. Porque donde uno establece una figura exclusiva con derechos jurídicos en el padre, el rey, el macho proveedor dueño de todo, otro se basa en la regulación de los derechos de un grupo sobre la tierra que comparten y la vinculación con el resto de la comunidad. Si prestas atención, ves que el código romano viene de una organización social basada en un calendario solar de 12 meses, plagado de errores y que no observa las lunaciones correlativas de un año solar. Mientras el código druida de los Celtas tiene una base integrativa, donde no hay seres excluyentes sino que todos son igualmente importantes, utilizaban una base de organización social Solar/ Lunar. En esta base de organización calendárica, tanto el sol como la luna son tenidos en cuenta. Aquí podemos ver cómo una cuenta que integra ciclos responde a sociedades más igualitarias y cómo un calendario desigual y desintegrador se corresponde con un tipo de sociedad más autoritaria, o donde por lo menos, el poder parece estar más desbalanceado.


Un calendario bárbaro.
En Coligny, un pequeño poblado del centro de Francia, en 1897, mientras cavaba, un hombre desenterró 153 fragmentos de bronce tallados con palabras celtas, que hacían mención a celebraciones y fases lunares, había encontrado un antiguo calendario celta. Pasaron casi 100 años para poder comprenderlo, y valorar correctamente la ciencia celta de la astronomía.
En 1989 un joven estudioso norteamericano, Garret Olmsted, se interesó en el calendario. Siendo además de un estudioso de cuestiones celtas, un ingeniero en sistemas, pudo descifrar el código y mostrarnos que se trataba de un calendario que contaba todos los meses a partir de la luna nueva como un calendario lunar, y que mantenía la coincidencia con el punto de la estación del año que correspondía, haciéndolo un calendario solar. La misma armonía que lograron los maestros mayas en el otro lado del Atlántico. Como veremos, los romanos jamás pudieron lograr algo así con su calendario.
Con el tiempo, el avance del imperio Romano y su propia decadencia, sería inversamente proporcional a la desaparición de la vida aboriginal europea, mucho más simbiótica con la naturaleza. La cosmovisión aborigen se va perdiendo con cada pueblo y cada tribu que tiene que suscribir o enfrentarse violentamente con la maquinaria militar más desarrollada del mundo conocido. Muchos se enfrentaron y dieron durísimas batallas, pero la maquinaria hambrienta de oro fue quedándose con todo. La realidad mágica y sagrada, base práctica de la vida tribal de los pueblos originarios, era perseguida en nombre de dioses romanos y de los proyectos de expansión económica y cultural del imperio, que tenía un epicentro geográfico en la sobrealimentada Roma. Las ideas con las que se gobernaban casi la totalidad de Europa, Medio Oriente y norte de África venían de las ambiciosas mentes de la “República”. Cualquier semejanza con la historia de la conquista de América, no es una simple casualidad, es el antecedente. No me interesa cuántas veces sucedió lo mismo en la humanidad, pero las similitudes con la historia reciente del mundo son tantas, que yo llamaría a este período Proto-Globalización.


Don Julio quiere su propio calendario.
La Prehistoria del calendario que usa actualmente la humanidad es tan confusa y plagada de errores que casi cuesta seguirla. El calendario Gregoriano, proviene del calendario Juliano que fue elaborado por el astrónomo griego Sosigenes de Alejandría, por encargo del emperador Julio César quien le pone su nombre, y lo aplica por todo el Imperio Romano a partir del año 46 a.C. Fue encargado a un astrónomo griego porque los romanos no lograban que los cambios de estaciones cayeran en las mismas fechas cada año, quizás los celtas se reían de esto. Así es como la era Juliana comienza en el año 45 a.C. que es también conocido como el Año de la Confusión, debido a que se tuvieron que añadir 85 días para compensar los errores acumulados. Como si fuera poco, en su turno, el emperador Augusto pone un mes con su nombre y con 31 días para no ser menos que Julio. Conocemos este mes como Agosto.
La reforma juliana era, en esencia, el modelo babilónico devenido en el calendario egipcio según la reforma de Cánope. Consistió en tomar como inicio del año el 1 de enero, en lugar del tradicional 1 de marzo. Consta de 365 días divididos en 12 meses, excepto los años bisiestos que tienen 366 días, donde añadían un día al mes de febrero. El calendario juliano cuenta como bisiestos todos los años cuyo número es divisible por 4, aunque terminen en doble cero. Con este calendario se comete un error de 7,5 días cada 1.000 años. El día adicional se añadía tras el 23 de febrero (sexto calendas de marzo), por lo que recibía el nombre de bisexto calendas de marzo, de donde viene el nombre de bisiesto. O sea: dos días seis.

El Papa Gregorio XIII quiere el suyo.
Instaurado el 4 de octubre de 1582, el nuevo calendario vino a solucionar el problema que planteaba el hecho de que el año juliano tenía 11 minutos y 14 segundos más que el año solar, lo que había provocado a lo largo de siglos que la diferencia acumulada hiciera que el equinoccio de primavera se adelantara en diez días.
Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius promulgó, el 24 de febrero de 1582, una reforma en la que establecía que tras el jueves 4 de octubre de 1582 seguiría el viernes 15 de octubre de 1582. Con la eliminación de estos diez días desaparecía el desfase con el año solar, y para que no volviera a producirse, se eliminaron en el nuevo calendario tres años bisiestos cada cuatro siglos. La reforma gregoriana entonces, consta de tres partes: 









Primero. Se eliminaron 10 días del calendario, pasando del jueves 4 de octubre de 1582 al viernes 15 de octubre de 1582. El objetivo que se perseguía es que el equinoccio de primavera del hemisferio norte cayera el 21 de marzo. En el primer concilio ecuménico de la Iglesia, celebrado en el año 325 quedó establecido que la primavera comenzaba en esa fecha.
Segundo. Se modificó la regla de los años bisiestos. Antes de 1582 los años bisiestos eran siempre los múltiplos de cuatro. Por ejemplo 1500, 1504, 1508, etc. Con la reforma, se quitan algunos, concretamente, los años que sean múltiplos de 100 pero que no sean múltiplos de 400. Así, se quitaron los bisiestos de los años 1700, 1800 y 1900, pero no los de 1600 y 2000, por ser múltiplos de 400. La finalidad de estos cambios es que en cada periodo de 400 años haya sólo 97 bisiestos. De esta forma la duración media del año sería 365 + (97/400) días. Esto es 365,2425 días. Se aproxima más al año trópico real (365,2422 días) que el sistema anterior que tiene una duración media de 365,25 días.
Tercero. Se modificaron las fórmulas que sirven para calcular la fecha de la Pascua cristiana o Domingo de Resurrección.

Fue una reforma exitosa ya que obtuvo mejoras concretas, pero el manoseo al que fue sometido el tiempo hizo que este calendario tenga un mes Octubre, que viene de 8, en el décimo lugar. Un mes Noviembre que significa 9 en el onceavo lugar y un Diciembre que corresponde a 10, en el doceavo lugar. El calendario se adoptó inmediatamente en los territorios pontificios y en los que estaban controlados por Felipe II de España. En breve tiempo lo adoptaron los restantes países católicos, los países protestantes no lo adoptaron hasta unos cien años después. No se instauró en Gran Bretaña hasta 1752, en Rusia hasta 1918 y en Turquía hasta 1927. En la actualidad sólo una parte de la iglesia ortodoxa sigue usando el calendario juliano.
Lo que también permanece intocable hasta nuestros días en este nuevo “Lunario”, es la irregularidad de las lunas con duraciones de 30 y 31 días, con lo que se pierde la relación con los ciclos naturales que pretende medir. De hecho, la cantidad de lunaciones no sinódicas durante un año solar es de 13, no 12. (13x28=364)

Con una calenda se hizo un calendario.
Es importante que sepas que “calenda”, el impuesto que pagaban el primer día del mes las provincias anexadas al imperio Romano, es la raíz de la palabra calendario. De ahí que decir calendario de pagos es una redundancia. Esta forma de medir el tiempo sólo pretendía planificar el pago de los impuestos. Es decir que desde esta perspectiva, este calendario es la base del paradigma “el tiempo es dinero.” El tiempo se cuenta sólo por el dinero que hay que recaudar.
Desconozco pero sospecho, el motivo por el cual las diferentes reformas de calendario consistieron en desarmar una estructura regular de 13 en relación a las lunas que hay en un año para contar sólo 12 y con una medida irregular. O sea, haciendo meses de 30 y hasta 31 días, como si los ciclos naturales fueran igualmente rengos. Pero si analizamos el tropiezo histórico de la visión europea, su idea del mundo y de la humanidad durante el Oscurantismo, hablo de la teoría de un mundo plano, yo me pregunto: ¿Esto querrá decir que la gente tenía miedo de ir un poco más allá para no caerse y ser víctima de la pisada de tortugas gigantes? Y ¿Qué tan lejos pudo haber llegado este miedo? Puede que mucho más de lo que imaginamos.


Europa se topa con América: “Hemos llegado a las Indias.”
Mucho tiempo después, con el Imperio Romano hecho historia, la madre de todas las teorías erróneas, la “Tierra Plana”, se cae y en su inercia se lleva puesto el Oscurantismo. Aunque Colón se muere pensando que ha llegado a la India por Occidente, es descubierta América y comienza el ciclo profetizado por los mayas de los 9 Infiernos según la tradición profética de los libros del Chilam Balam. Este ciclo se inicia con la llegada de Hernán Cortés a México en 1519 y terminó en 1987, abarcando 9 ciclos de 52 años, un total de 468 años. El término del ciclo es conocido como La Convergencia Armónica y el comienzo de los últimos 26 años para el cierre de ciclo, 2012.
Bien claro tenían los mayas que los que venían no eran dioses a caballo, dejemos eso para los inocentes de una escuela primaria. El conquistador de México, sintetizó perfectamente el encuentro de estos dos mundos: "los españoles, tenemos una enfermedad del corazón para la cual el remedio indicado es el oro". Casualmente bajo el brazo, venía el calendario Juliano difundido por el Vaticano.
La búsqueda y expropiación de oro, plata y otros minerales valiosos era incesante. En esta etapa también se puede hablar propiamente de una acumulación capitalista, pues se trata del proceso histórico en el cual Europa busca materias primas para expandir su proyecto capitalista conjuntamente con su hegemonía. El saqueo de metales preciosos y su conversión en moneda en Europa significó nada menos que la fabricación del capital. Tienes que ser conciente de que el dinero fue fabricado con el oro y la plata saqueados de todos los pueblos originarios del mundo, comenzando por los de Europa.
A partir de este proceso de conquista, se despliega también sobre América la imposición de una mirada única de la vida. Una mirada donde la intuición del ser humano queda desconectada de cuajo por censura y descrédito, poniendo también en peligro la continuidad de la diversidad étnica y cultural del continente. Con muchísimo interés el Fraile Diego de Landa mandó a quemar toda la información encontrada acerca de las observaciones celestes que los mayas atesoraban por siglos. Los españoles se ocuparon en destruir monumentos e información tallada en piedra concerniente a la medición y calibración del tiempo. No se trata de una simple malicia, tienes que entender que el calendario es Memoria. La historia de un pueblo está depositada en el orden del tiempo que maneja. Si le sacas ese instrumento a un pueblo, le sacas su historia de la memoria colectiva y lo condenas al olvido de su propia identidad cultural.
La información que no quemaron fue traducida (con lo que los aborígenes quisieron transmitir), secuestrada y llevada a Europa. Parece que no era conveniente que los “Indios” tuvieran esa información, tan útil para los europeos. Es que quizás, con esos códices en la mano hicieron las mejoras al calendario. Ultrajada, incendiada, la memoria maya sobrevive hasta hoy para poder transmitir su saber. Por ejemplo, el Códice de Dresde, el papiro maya considerado por la cantidad y calidad de información como el más importante de los que comúnmente se conoce, tomó ese nombre por la ciudad alemana donde fue a parar. Por el mismo motivo el códice de Madrid o el de Paris tienen esos nombres. Lo curioso es que Landa escribiera, asombrado en sus informes, del llanto y el lamento de los indígenas por la quema de su patrimonio ancestral. Pero, ¿de qué podía asombrarse? Claro que para los españoles, los aborígenes eran animales, por lo que cabe el asombro de ver animales llorando por papiros.
La tradición imperial de la humanidad ha sido históricamente muy cara. Es que con cada cultura que desaparece se pierde una forma de ver la vida y de expresarla. En América, los imperios europeos arrasaron con todo lo que encontraron imponiendo verdades erróneas, acerca nada menos que del espacio y del tiempo; un “nuevo calendario para un nuevo mundo”, como parte del establishment intocable. La desaparición de la sabiduría aboriginal produjo un retroceso para toda la humanidad. La metodología calendárica ancestral, basada nada menos que en la observación del cielo, queda reemplazada y suprimida por un método oscurantista basado en la “No Observación” del cielo.
Tenemos que comprender que el calendario romano/gregoriano irregular, es divergente de lo que ocurre con el movimiento de la Luna que es orgánicamente regular. Mientras en Europa se propagaba hacía siglos un calendario aberrante de la naturaleza, en América, los mayas comprendían perfectamente a partir de la observación metódica, que Todo en la naturaleza se manifiesta a través de patrones cíclicos. La percepción correcta de patrones hace posible la previsibilidad y el conocimiento, y el conocimiento pues, nos aleja del estrés y nos arrima a la certeza.
Sospecho que los hombres que llevaron a cabo siempre desde una posición de poder, las diferentes reformas desde el modelo babilónico a esta parte, diseñaron una herramienta subliminal para limitar la mente naturalmente libre y desvincularnos de nuestro propio tiempo interno, distorsionando la percepción de las dimensiones espacio/temporales de la realidad. Seres confundidos, sociedades confundidas, empobrecidas, nerviosas, fáciles de manejar, al vivir sumidas en la incertidumbre del tiempo; un sistema de tiempo alienante. La mala fama del número 13 es una de las claves históricas de cómo el poder mantuvo oculta la sabiduría utilizando el poder de la superstición. El Oscurantismo europeo negó el escenario real donde se desarrolla la vida en este bendecido planeta. Así, con la mentira y la hoguera se alteró la percepción del espacio y del tiempo y se la impuso alrededor del mundo. El miedo mortal a las tortugas se desmitifica lentamente a partir de 1492; sobre el tiempo, la humanidad todavía tiene que hablar.
Como mencioné anteriormente, respecto de los calendarios, o mejor llamadas Cuentas, la humanidad entera manejaba cuentas lunares, porque fue con la observación de la luna que el hombre advirtió la repetición del ciclo y con esto, comprendió el ciclo de la semilla. Con el tiempo otras culturas adoptaron cuentas solares y en el caso de los Olmecas, Mayas, Toltecas, Aztecas, Incas, Celtas y Mapuches supieron y aun saben, cómo integrar los ciclos lunares y solares en un solo calendario Solar/Lunar. Una simple síntesis matemática de 13 lunas de 28 días que equivalen a 364 días, si agregamos un día más de enlace, tenemos un año solar completo. 52 semanas perfectas. Cada luna tiene 4 semanas perfectas también (4x7=28). Recordemos que mes, month, vienen de moon, en inglés luna. Cuando hablas de mes, hablas de luna.
Cada imposición, cada victoria del calendario del Vaticano sobre los calendarios naturales, ayudó en la alienación progresiva de cada pueblo con su naturaleza y de su memoria colectiva. Esta separación concreta de la naturaleza, al principio imperceptible, lo va invadiendo todo a través de una implacable sed de explotación y dominio de la tierra, conforme va llegando la imposición del calendario artificial en casi todos los rincones del planeta. Nuestra civilización tiene pilares en una concepción babilónica de más de 5.000 años; es un error muy antiguo, pero no más antiguo que el tiempo. La base para un modelo científico materialista y mecanicista estaba ya asentada con este instrumento de artificio.
Es importante que te des cuenta de que la historia de Europa se repite en América. La “Hispania romanizada” llega a América con un compromiso de conquista civilizacional, así como Roma llegó a Iberia y a todo el mundo conocido con la misma premisa. O sea, una civilización autodefinida como más avanzada llega para civilizar pueblos “bárbaros” y anexar nuevos territorios a su dominio.


El Colón de Australia.
Lo que casi siempre olvidamos en esta parte del mundo, es que Australia fue descubierta por Europa recién en 1769 por James Cook y otros, 277 años más tarde que América. El célebre navegante y cartógrafo había sido contratado por la Royal Society, con la misión de observar y documentar el tránsito de Venus sobre el Sol. Las diferencias entre las distintas lecturas los dejó más confundidos que antes, así que, una vez que las observaciones se completaron, Cook partió para realizar el segundo objetivo de su viaje: buscar en el Pacífico Sur señales del continente más austral: Terra Australis, conocida hoy como Australia. La Royal Society, y especialmente Alexander Dalrymple, creían que debía existir; sin embargo, Cook tenía sus dudas al respecto. Con la ayuda de Tupaia, un aborigen tahitiano que tenía gran conocimiento de la geografía del Pacífico, Cook se las arregló para llegar hasta Nueva Zelanda, siendo el segundo europeo en llegar allí. Abel Tasman, en 1642, había sido el primero. También “descubrió” el estrecho de Cook, que separa la isla Norte de la isla Sur, que Tasman no había visto. Tienes que darte cuenta que los Europeos no les preguntaban a los originarios cómo se llamaba la tierra o río al que acababan de llegar, simplemente procedían a bautizarlos en su nombre o el de la Corona. Pero sí preguntaban el nombre por cosas menores como la fauna y flora. Cook tuvo trato con aborígenes del lugar, que según él, eran de carácter pacífico. Por el contacto con la tribu Guugu Yimithirr, la palabra kangaroo (canguro) fue introducida al inglés, deriva de gangaroo -no le entiendo- frase con la que respondían las preguntas de los ingleses.
El capitán Arthur Phillip llegó allí en 1788 para establecer un fuerte y una prisión, y el lugar que eligió se convertiría más tarde en Sydney. Para los europeos, los sitios bien alejados de su país eran excelentes para construir cárceles y dejar allí a sus presos. Imagínate a extraterrestres llegando hasta aquí para dejar su escoria social. Tal vez esto ya sucedió y sólo repetimos conductas.


Lo trágico entre otras cosas, es que este modelo civilizatorio europeo exportó hacia todas las direcciones del mundo determinadas apreciaciones del tiempo profundamente erróneas que fueron impuestas de forma idéntica a cómo fueron impuestas en Europa por el imperio romano. De hecho, podríamos decir que a partir de 1492 se inicia la “Romanización de América” la que llega a través de los diferentes imperios europeos. No sería exagerado hablar de una Romanización del Mundo a partir de la romanización de Europa. Y quizás, también podríamos decir que imponer un calendario artificial bajo el eslogan “un nuevo tiempo para el nuevo mundo” alterando así la percepción del tiempo, es decir, la dimensión por la cual la gente “se conecta” armónicamente con el orden natural, sería parte de la táctica de conquista de los pueblos: “Divide (desconecta) y triunfarás.”



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